22 nov 2010

Reciclar ¿con qué fin?

Más de quince años después  de que se iniciara en España la recogida selectiva de basura urbana, el reciclaje de materiales presenta niveles de éxito dispar. ¿Reciclamos?, ¿cuál es el balance?, ¿lo acepta la ciudadanía?, ¿no será mejor reutilizar y reducir que reciclar? Cualquier evaluación requiere matices. La recogida selectiva de vidrio, papel y cartón presenta resultados más que aceptables; en Catalunya superan el 55% del total consumido. En cambio, el reciclado de envases de plástico doméstico - iniciado a finales de los años noventa-es el punto más débil de la gestión. La recuperación de la fracción orgánica de la basura es sólo incipiente (aunque ha dado un gran salto en Barcelona), y existen pocas iniciativas para prevenir la generación de residuos urbanos, cuyo aumento incesante sólo ha parado la crisis.
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Los ciudadanos se muestran cada vez más activos en la recogida selectiva. Saben que el aprovechamiento de materiales frena el agotamiento de recursos naturales (como el petróleo) y que crea riqueza en la industria recicladora. Sin embargo, un dato ilustra la principal carencia: sólo se recicla uno de cada cuatro envases domésticos de plástico, el 26% (2008), según Cicloplast, que reúne a fabricantes y recicladores.

Yel resultado es que hay quien duda de que se esté cumpliendo la directiva comunitaria. La UE obligó a alcanzar una tasa de reciclado de envases de plásticos del 22,5% en el 2008 (incluyendo domésticos, comerciales e industriales), y ese año se registró una tasa del 24,5%, según el Ministerio de Medio Ambiente. Un aprobado por los pelos. Así, la Fundació per a la Prevenció dels Residus juzga que este porcentaje podría ser menor si se mira el reciclaje neto (no en bruto), es decir, contando el material que sale de la planta recicladora.

¿Qué está fallando? ¿Por qué se reciclan tan pocos envases de plástico doméstico?

Ciudadanos, gestores de residuos
Muchas razones explican ese escaso reciclaje y una doble contradicción lo resume todo. El éxito del sistema pivota sobre el grado de implicación del ciudadano a la hora de llevar el envase al contenedor amarillo (envases de plástico, briks y latas); pero, en cambio, no hay freno a la invasión de nuevos envases de usar y tirar. Por más que se intente la separación, cada vez hay más tipos de plásticos que dificultan la tarea de los ciudadanos como "gestores de residuos". Faltan incentivos y estímulos para apoyar ese esfuerzo (no hay a veces espacio material en la cocina); y en cambio, sigue habiendo manga ancha para poner en el mercado envases con los más variados tipos, tamaños, formas y volúmenes, hechos con materiales y plásticos mixtos, lo cual complica la segregación y el futuro reciclado.

Faltan contenedores amarillos

Vistos los resultados, faltan campañas de concienciación (pese a que se han llevado a cabo muchas) y se necesitan más contenedores amarillos en muchos sitios de España. "Algunas administraciones no facilitan la separación en origen. En Valencia, como en bastantes ciudades más, a dos kilómetros a la redonda de donde estamos, no hay ni un contenedor amarillo para envases ligeros, ni azul para papel y cartón", dice un vecino de Valencia.

Materiales mal seleccionados
En el contenedor amarillo deben depositarse los envases ligeros (de plástico, briks y latas). Sin embargo, el 30% de los materiales está mal seleccionado (impropios), aunque este porcentaje es de sólo el 24% en Catalunya, según Cicloplast. "Se precisan más campañas para mejorar la calidad de lo recogido; encontramos por error demasiado cartón en el contenedor amarillo", dice Teresa Martínez, directora general de Cicloplast. En el contenedor amarillo se depositan por error vidrio, papel, cintas de vídeo o textiles. La mala separación complicará la tarea en las plantas de selección.

Carencias en plantas de selección
Las plantas de selección de envases y plásticos - adonde va la carga del contenedor amarillo-son cada vez más modernas y separan con diversos procedimientos los diferentes envases y plásticos para que luego sean reaprovechados. Pero por más tamices y filtros que se pongan, son incapaces de hacer frente a la ingente cantidad de plásticos distintos que acaban aquí. Los hay de todo tipo, tamaño, formas y volúmenes - botellas, láminas, bandejas...-,lo que dificulta la correcta segregación. "Debemos mejorar la automatización de las plantas", dice Teresa Martínez.

Mermas en plantas recicladoras

Entre el 15% y el 30% del material procedente de las plantas de selección no puede ser aprovechado en las industrias recicladoras debido a las mermas en el proceso, según explica Andrés Parreño, gerente de Anarpla, la asociación de empresas recicladoras. "Nos llega material sucio y, además, abundan los materiales plásticos mezclados, con doble composición, el PET y el PVC juntos por ejemplo, lo que comporta costes añadidos y la necesidad de volver a preseleccionarlos", añade.

Ecodiseño del producto

Habría que simplificar los componentes para facilitar el trabajo al ciudadano y que sepa qué es plástico y qué otra materia. Los expertos reclaman que se manufacturen y diseñen envases plásticos con materiales concebidos desde el principio para ser luego reciclados. "Hay que favorecer el ecodiseño", afirma el gerente de Anarpla. Los expertos reclaman que los envases de plástico sean diseñados de manera que se reduzca el uso de materiales y se logre un menor peso, lo cual ayuda a facilitar la gestión de estos residuos.

Fraude en el punto verde.

Ha aumentado el número de contenedores amarillos en las calle, gracias en parte a la financiación que aporta un sobrecoste de los envases (marcados con punto verde gestionado por Ecoembes), destinado a que los ayuntamiento instalen contenedores. Pero todavía muchas empresas no están adheridas al sistema de gestión de Ecoembes y lo eluden para no pagar, lo cual frustra un mayor grado de implantación de contenedores amarillos. Ecoembes juzga el fraude en un 10% (ahora tiene adheridas 12.175 empresas al punto de verde), pero otros sectores creen que este porcentaje es en realidad mucho mayor.

"Si sólo caminamos hacia el reciclado, no nos quitaremos de encima el problema de los residuos. Necesitamos instrumentos de prevención y reducción", afirma Genoveva Català, directora de la Agència de Residus de Catalunya. La Generalitat ha pedido que la nueva ley de residuos estatal aborde el diseño de los envases (para homogeneizar materiales y restarles peso) y la reducción de sobreenvasado.
Ahora mejor reutilizar
Numerosos expertos juzgan que para superar la exigua tasa de reciclado de algunos residuos en España se debería implantar el sistema de depósito, devolución y retorno de envases usados. El envase, una vez utilizado, regresaría al comercio, en donde fue vendido, con el ánimo de que sea reutilizado o reciclado, y el cliente percibiría una pequeña cantidad dejada en depósito. Este procedimiento significaría recuperar y adaptar la vieja fórmula de devolución del envase usado que estuvo vigente hasta finales de los años sesenta del siglo pasado. Los envases de vidrio de la gaseosa o de la leche se devolvían a la tienda a cambio de la devolución de cinco pesetas.

Así, el cliente tomaría conciencia del coste ambiental que supone poner en circulación los envases y la industria se vería obligada a asumir que es la principal responsable de los residuos de envases.

Este sistema ha sido clave en países como Alemania o los países escandinavos, en donde se ha completado con éxito la recogida selectiva del contenedor amarillo al crear un segundo circuito de recuperación de materiales.

La propuesta ha sido avalada por la Fundació per a la Prevenció dels Residus y la hizo pública en Barcelona hace unos días al constituirse Retorna, una red de entidades, administraciones, universidades y gremios de recuperación.

La idea persigue que la industria envasadora y los demás agentes de la cadena de distribución (hípers, grandes superficies, pequeño comercio…) fijen un precio por poner en circulación un envase, de forma que el cliente, una vez utilizada la botella, el brik o la lata, pueda devolverlos en las tiendas (a cambio de un depósito de 25 céntimos de euros por envase).

Una vez en el comercio, el envase usado recorrería en sentido contrario la cadena de distribución para que el envasador se hiciera cargo de él a fin de reutilizarlo o rellenarlo, o llevarlo al reciclador.

La implantación requeriría un operador logístico que se encargaría del control y la contabilidad del sistema "para que no haya ningún comercio que pierda dinero por el hecho de que le devuelvan más envases usados de los que ha vendido y salga perdiendo", según Mercè Girona, de la Fundació per a la Prevenció de Residuos.

La devolución del envase se haría con un sistema automatizado. Los clientes devuelven el envase usados a una máquina - en grandes superficies o comercios-, cuya boca identifica, mediante un código de barras, si el envase vale para ser reutilizado o rellenado, o lo comprime (si es de un solo uso) para reciclar el material. Una vez reconocido el envase, la máquina entrega un ticket al cliente, que pueda usarlo como vale descuento o convertirlo en dinero.

"La gran ventaja de este sistema es que la responsabilidad sobre el envase recae sobre la industria, sobre el productor, y no sobre el contribuyente. Las administraciones están subvencionando la gestión y el tratamiento de este tipo de residuos. Hay que liberar a las administraciones locales y a los contribuyente de esta carga", señala Mercè Girona. "Además, el material prensado es limpio, no tiene manchas de ningún tipo, y es de gran calidad, por lo que es óptimo para el reciclado", Holanda, Croacia, ocho provincias de Canadá y once estados de Estados Unidos, entre otros países, lo han introducido.

Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático, ve ventajas de este sistema ("pone en vigor la prevención y la reutilización"), aunque apunta algunos obstáculos para intermediarios, como problemas logísticos, de almacenaje y de espacio físico. Ribera no descarta que en el futuro desarrollo de la ley de Envases lo puedan implantar las autonomías.

"No rechazamos el sistema, y de hecho lo hemos propuesto en las alegaciones al anteproyecto de ley de Residuos. Pero requiere una normativa estatal

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